Cuando la cerveza se calienta demasiado, el cenicero esta lleno y el paquete vacío, pierdo la cabeza y me siento una desgraciada, como quien tiene por hobby al vino del estío. Traté de que el corazón no me diera explicación para no derramar lágrimas en su honor. Traté de que la razón me llevara al buen camino, ella me presentó al vino al que agradecida estoy. Y hoy resulta que ayer, el príncipe se hizo rey, aquel cepillo sin dientes hoy es el que mejor peina. Ya no deshace el sommier aquel amor tan fugaz, que en ese cuarto de hotel se declaraba inmortal. Cuando las estrellas iluminan mi pasado puedo verte de rodillas pidiéndome que vuelva, hoy en mi ventana veo llover sobre mojado, me siento una niña indefensa en medio de la selva. Traté de que mis ojos no te vieran tan lejos, pero siempre sera así mi triste porvenir. Traté de que mi pasión se perdiera entre el montón, pero siempre será igual, siempre se volverá al primer amor.
Las Pastillas del abuelo
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